Mayo 31 de 2012
Antes de abordar el
tema de la financiación, consideramos importante tratar algunos conceptos que
surgieron de la intervención del señor viceministro en el debate anterior,
sobre calidad y que a nuestro modo de ver vale la pena aclarar:
Es importante subrayar que la esencia de estos debates es política. Definir los detalles del articulado de la nueva Ley de Educación es labor de la MANE, distribuida en numerosas mesas de trabajo por todo el país, con participación de diversos actores sociales. De lo que se trata en un escenario como este, es de discutir la filosofía que luego se reflejará en la Ley. El componente político no es, como dice el señor viceministro, “un componente más”. Lo que él llama “consignas para gritar en las marchas”, son los lineamientos políticos que le darán sentido a los artículos de la nueva Ley y es ahí donde el Gobierno y la MANE están en campos diametralmente opuestos. Mientras que el Gobierno considera la educación un servicio, nosotros la consideramos un derecho, pero no un derecho simplemente enunciado, sino que esperamos que sean desarrollados todos los complementos necesarios para que ese derecho se haga efectivo. Ésas son las diferencias que hemos querido debatir a lo largo de estos cuatro eventos en los que el Gobierno ha demostrado que considera tener en la educación concepciones intocables que la caracterizan como un servicio y un campo de negocio, de la misma manera que en su momento se hizo con la salud.
Esto es lo que en debates anteriores hemos calificado como visiones tecnocráticas. Cuando nosotros nos expresamos con reserva sobre los tecnócratas lo hacemos porque nos damos cuenta de que ellos, señor viceministro, se esmeran en mantener firmemente los pies sobre la tierra y esa perspectiva que parecería positiva, desafortunadamente solo les permite ver el mundo tal como es, pero les impide ver el mundo tal como debería ser.
En el debate pasado,
el señor viceministro se preguntó de dónde hemos sacado que las políticas del
Gobierno se están diseñando a la medida de los empresarios y no entendemos su
desconcierto porque en esa ocasión leímos numerosas citas textuales en la
cuales el director de Colciencias afirmaba que los recursos para la investigación
estarán condicionados a que la academia llegue a acuerdos con los empresarios
y, para hoy, le agregamos otro ejemplo: la señora ministra acaba de firmar el
decreto que le da vida a la universidad virtual del presidente Uribe. La noticia, publicada por el periódico
El Colombiano en su sección de Opinión, bajo el título “De buena fuente”,
explica que la universidad se llamará “Élite” y aclara que “con la
colaboración de algunos de los más destacados ingenieros de Pacific Rubiales,
se comenzarán las clases en temas de petróleo”. No es gratuita, entonces, nuestra afirmación, como tampoco
es inocente la avalancha publicitaria de esa multinacional petrolera, en la
cual poco falta para que se posicione como una entidad de beneficencia.
Si revivimos estos temas del debate pasado lo hacemos para centrar la atención en el hecho de que la discusión de los detalles, como la quiere el señor viceministro, llegará después. Por ahora quisiéramos obtener consensos con el Gobierno en la filosofía política con la cual se podría construir una nueva Ley que fuera distinta a lo que se pretendió sacar adelante el año pasado. Hay una verdad que es imperativa, señor viceministro: si se parte de la misma filosofía del año pasado, se llegará al mismo proyecto del año pasado. Construir una nueva ley implica partir de una nueva filosofía, de lo contrario nada se va a cambiar.
A la luz de estas consideraciones, la propuesta de la MANE de obtener una financiación adecuada para dar cumplimiento al derecho a la educación, parte de una nueva filosofía.
Cuando nuestros hijos
piden disminuir el presupuesto destinado a la guerra, no están siendo
soñadores, están siendo realistas.
Parten de una nueva filosofía: un país en el que se hagan valer los
derechos fundamentales es un país en el que seguramente habrá menos conflicto,
y cuando nuestros hijos piden que a los inversionistas extranjeros se les exija
el pago de las regalías normales que se pagan en otros países y los impuestos
normales que se pagan en otros países tampoco están siendo ilusos. A diferencia del señor viceministro y
en general del Gobierno, nuestros hijos y nosotros creemos que los
inversionistas no se van a ir, porque incluso con unas regalías más justas, para
ellos seguirá siendo bueno el negocio de llevarse nuestros recursos. Colombia recibe un 4% por oro y níquel,
mientras que los demás países de la región reciben más del 5%, porcentaje que
consideran bajo y por eso varios de ellos, como Ecuador, Bolivia e incluso
Chile, se encuentran negociando con las compañías, aumentos de estos
porcentajes. Lo que estos países
buscan es obtener dividendos más justos, que ayuden a la nación a cumplir con
los derechos ciudadanos. En la
revista Portafolio, que no se caracteriza por su talante revolucionario, un
artículo de mediados de 2011 reconocía que el sistema de regalías de Colombia
es absurdo:
“En la última década los precios de los minerales han
tenido impresionantes aumentos. El oro y la plata han multiplicado por 4,5
veces el precio que tenían en el 2001, mientras que el carbón ‘sólo’ ha tenido
un incremento del 245%; el precio del níquel llegó a multiplicarse por 6, pero
luego descendió para consolidar una ganancia del 350%.
¿Quién se ha quedado con los frutos de esa bonanza?
Las empresas explotadoras, mientras que Estado colombiano solo ha recibido una
parte muy pequeña del beneficio”1.
Esto mismo se aplica
a los privilegios concedidos a los inversionistas nacionales y a la
permisividad frente a la corrupción.
Cuando nuestros hijos piden que el Gobierno cumpla con su deber y a partir de los cambios propuestos aumente la inversión en educación tampoco están pretendiendo nada exótico. Países como Brasil, Argentina, Bolivia y Ecuador no solo negocian mejor sus regalías con las empresas explotadoras multinacionales, sino que han replanteado sus condiciones en el pago de la deuda externa y esto les ha permitido aumentar significativamente el porcentaje del producto interno bruto que se dedica a la educación, hasta llegar a un 6%, y se busca seguir incrementándolo en los años siguientes.
El debate esencial, a nuestro modo de ver, está entre lo que el señor viceministro llama nuestras frases para poner en pancartas, versus lo que el Gobierno negocia mansamente con los organismos multilaterales y los tratados de libre comercio.
Finalmente, de nuevo exigimos que los medios de comunicación cubran estos debates. Como mínimo, el Canal Institucional debería estar presente, para que en verdad se cumpla el compromiso acordado el año pasado cuando se levantó el paro estudiantil. Es indispensable que el país conozca la diferencia entre los planteamientos políticos del Gobierno, con miras a sostener el modelo de país que ya todos conocemos y los planteamientos de nuestros hijos que, en términos realistas, aspiran a alcanzar un país más justo.
Terminamos con una consigna que está en nuestras pancartas pero sobre todo está en nuestras voluntades: apoyamos a la MANE que no es simplemente otro estamento más, como trata de presentarlo el Ministerio, en una estudiada estrategia. La MANE es, sin duda, el interlocutor más importante en el proceso de construcción de la nueva Ley. Apoyamos a nuestros hijos, que son realistas cuando desean una nueva educación para un nuevo país con soberanía, democracia y paz.
Gracias.
1. http://www.portafolio.co/opinion/regalias-y-bonanza-minera
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