Mayo 16 de 2012
El Gobierno basa su
concepción de calidad en cuatro elementos, la mayoría de ellos pertenecientes a
una terminología típicamente empresarial. A partir de esta
concepción, se corre el riesgo de internarse en una discusión de detalles que
se desarrolla en campos, muy de moda, como aseguramiento de calidad,
transparencia, rendición de cuentas, eficacia y eficiencia.
Los conceptos descritos no tienen un significado absoluto en sí mismos. Puede ser un conjunto de términos igualmente útil para producir muebles, para fabricar zapatos o para cultivar palma africana.
La moda de la calidad, que en diferentes épocas ha adquirido diversos ropajes, como “reingeniería”, “calidad total”, “objetivo cero error”, etc., ha producido suficiente información para llenar miles de libros, dictar cientos de diplomados o maestrías y hasta doctorados.
El debate esencial, a
nuestro modo de ver, no debe centrarse en la teoría de las diferentes
concepciones que los estudiosos del tema han enunciado a través de las últimas
décadas. La UNESCO, de manera muy
sencilla, cuando aborda el tema de la calidad en la educación establece que
puede adquirir diversos significados
y explica con lucidez que en primer lugar depende de “la comprensión
de los diversos intereses de distintos grupos comprometidos o actores en la
educación superior”1. Cuando se habla de intereses, se hace
claro que la reflexión más importante no es sobre el cómo de la calidad, sino
el para qué de la calidad.
Cuando el Ministerio de Educación afirma que quiere asegurar la calidad de la educación de nuestras hijas e hijos, hay que fijarse en los cuatro elementos que propone para ello y, por su contenido, descifrar su para qué.
Estos cuatro
elementos son:
- Aseguramiento de la
calidad
- Fomento de las
competencias
- Desarrollo
profesional de docentes y directivos
- Fomento de la
investigación.
Siguiendo la información que se encuentra en la página del Ministerio, por ejemplo en el tema de aseguramiento de la calidad, se expresa que “sus principales objetivos van orientados a que las instituciones de educación superior rindan cuentas ante la sociedad y el Estado sobre el servicio educativo que prestan, provean información confiable a los usuarios del servicio educativo y se propicie el auto examen permanente de instituciones y programas académicos en el contexto de una cultura de la evaluación” 2. Como vemos, la posición oficial es insistente en la actitud empresarial de exigir rendición de cuentas, sobre los cada vez más escasos fondos que provee y en privilegiar sistemas de evaluación cada vez más orientados a verificar la funcionalidad de la educación a las necesidades del mal llamado “sector productivo”.
Otro ejemplo: en el tema de Fomento de competencias, se siguen entre otros los lineamientos de Jan Figuelli cuando dice que “El aprendizaje permanente es una necesidad. Tenemos que mejorar nuestras aptitudes y competencias a lo largo de la vida para realizarnos en lo personal, participar en la sociedad y tener éxito en el mundo laboral”, más adelante, en el mismo artículo se dice que “el cambio y el desarrollo de las nuevas tecnologías implican que las personas actualicen aptitudes laborales específicas y dispongan de competencias genéricas para adaptarse a los cambios” 3. Las palabras claves aquí son, pues, participación en la sociedad (no su análisis o su crítica), éxito laboral, aptitudes laborales y más adelante concluye con absoluta claridad: competencias genéricas para adaptarse.
Finalmente, en uno de los temas más sensibles, el de la investigación, basta leer los criterios del director de Colciencias, Jaime Restrepo Cuartas, en entrevista con El Espectador del 2 de julio de 2011. El artículo está elocuentemente ilustrado con una foto de extracción minera. El pie de foto dice: “Los proyectos para recibir fondos de regalía deben tener pertinencia regional y estar involucrados empresarios” 4, más adelante, el doctor Cuartas lo confirma cuando explica su modelo para la investigación “Este modelo permitirá que los proyectos por desarrollar tengan pertinencia regional y, además, obliga a las universidades a conectarse con los empresarios y los gobiernos locales” 5.
Nuestra posición, como madres y padres, es que, tal como lo define la UNESCO en su quinta acepción hablemos de “Calidad, como transformación, cambio cualitativo. En esta definición, la calidad se centra en el cambio que debe producirse a través del proceso educativo: la transformación se refiere al mejoramiento y empoderamiento de los estudiantes y al desarrollo de nuevo conocimiento” 6.
Para terminar: No nos conformamos con una definición empresarial de calidad, exigimos una concepción de excelencia académica. Deseamos que las invocaciones de calidad del Gobierno se materialicen a través del compromiso por una financiación adecuada que les permita a las universidades concentrarse en sus preocupaciones académicas más que en responder a las evaluaciones fiscalizadoras de la pertinencia empresarial. Queremos que nuestros hijos e hijas sean dotados en las universidades de una capacidad académica integral que vaya más allá de los parámetros definidos en una planilla de aseguramiento de calidad. Deseamos que su excelencia educativa se manifieste en su capacidad para transformarse y transformar la realidad. No queremos una educación que les permita simplemente adaptarse ventajosamente a la realidad inequitativa que los rodea. Queremos que cumplan con su deber. Queremos, en fin, que se comprometan a construir una mejor sociedad.
Gracias.
1 y 6. Proyecto
ALFA Nro. DCI-ALA/2008/42, “Aseguramiento de la Calidad: políticas públicas y
gestión
universitaria”, Marco de referencia para el proyecto sobre aseguramiento de la
calidad, Cinda.
5. Ibidem.
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